Si

Hace muchos años trabajé durante un tiempo de camarera en un pueblo de Zaragoza llamado Saviñan. Era una cafetería del estilo de la que estoy ahora, pero además tenía anexo un pequeño hostal.
 
En aquella época, el pueblo estaba lleno de trabajadores de los tuneles del AVE que hay en la zona. Eran una gente muy variopinta de diversa procedencia, la mayoría de Castilla León, Galicia y Asturias. La verdad que conocí gente curiosa, con alguno inclusó intimé algo más de lo necesario. De algunos guardo todavía el recuerdo, a otros hace mucho que los borré de mi memoria.
 
Esto viene por uno de ellos en concreto, al que no he dedicado ni uno solo de mis pensamientos en los últimos años. De hecho, ya no lo recordaba. Pero es uno de los que de alguna forma, me dejo huella. Y no por lo algunos imaginareis, malpensados.
 
Se trata de uno de los vigilantes de seguridad del tunel, de nombre Juan, que venía de Castellón, rubito, de piel clara y ojos azules, gordito, con cara de buena persona. Detrás de la fachada de bonachón, había un pasado oscuro que poco a poco, y en confianza, me contó. Se puede decir que hicimos una amistad sana, basada en las confidencias, el respeto y la mutua comprensión. Incluso me tuvo de caja de seguridad bancaria en alguna ocasión.
 
Al tiempo, yo comencé a salir con el que luego se convirtió en mi marido, y poco a poco fuimos perdiendo el contacto.
De repente, un dia desapareció. Su coche quedó en la cuneta de la entrada de Brea, tras un leve accidente que tuvo, y poco después ya no volví a saber de él. Hasta hoy. Sigo desconociendo que fué de él.
 
Pero me dejó un par de recuerdos que en esta última mudanza lo han traido de nuevo a mi memoria. Uno de ellos es un libro, que al parecer a él le impactó lo suficiente como  para regalarmelo. Porque uno regala los libros cuya lectura ha significado algo o nos ha servido para reflexionar sobre algo. El libro es Juan Salvador Gaviota.
 
Además tambien me regaló una fotocopia con un poema, porque según me dijo, cuando lo había leído, se había acordado de mí.
 
Ambos regalos, el libro y el poema, los he conservado desde entonces a pesar de todas las mudanzas que he hecho, en las que he perdido muchas cosas por el camino.
 
Es un poema de título "Si", de Rudyard Kipling, autor bastante conocido, premio nobel de literatura, como también es conocido este poema. Yo no soy muy ducha en autores clásicos, y mucho menos en poesía, asi que el único valor que el poema tiene para mi, mas que su trascendencia cultural o el mensaje que trasmite, es el recuerdo de esta persona a la que conocí y dejó parte de él en mi.
 
Aqui lo dejo para el que sienta curiosidad.
 
Si puedes conservar la calma
cuando a tu alrededor todos
pierden la suya y te inculpan.
Si puedes confiar en tí
cuando todos los hombres de ti dudan,
y ser, no obstante, igualmente indulgente con sus dudas.
Si puedes esperar y no desalentarte en la espera,
y, siendo tu engañado,
no transigir con la mentira,
y, siendo tu odiado,
no dar lugar a más odio,
y puedes, aún asi, no demostrar más bondad de la que sientes,
ni hablar demasiado sagazmente.
Si puedes soñar
y no hacerte esclavo de tu sueño.
Si puedes pensar
sin convertir tus pensamientos en designios.
Si puedes enfrentarte con el triunfo y el fracaso
y tratar a ambos impostores de igual manera.
Si logras tolerar escuchar la verdad por ti expuesta,
falseada por bribones y transformada en trampas para tontos,
y contemplar aquello por lo que diste tu vida, deshecho,
y lanzarte a reconstruirlo con gastadas herramientas.
Si puedes acumular tus aciertos
y arriesgarlos en una vuelta de cara o cruz;
y perder, y comenzar otra vez desde el principio
sin dedicarte a lamentar tu pérdida.
Si puedes dialogar con muchedumbres
o caminar junto a reyes
y conservar tus virtudes y tus rasgos.
Si ni enemigos ni amigos entrañables
pueden herirte.
Si todo hombre confía en ti,
pero ninguno en demasía.
Si puedes nutrir cada inexorable minuto
con el valor de sesenta segundos de distancia recorrida.
 
Tuya es la Tierra y todo lo que en ella habita.
Y, lo que es más aún,
serás un Hombre.
 
¡Hijo mio!
 
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